Por Iván Arenas, especialista en minería e hidrocarburos.Tomen un mapa y observen ese gran desierto en el Pacífico sur. Es una sola gran ecorregión desértica con yacimientos y reservas polimetálicas, probablemente las más grandes y ricas del mundo, entre ellas de cobre, sobre todo hacia el sur. Por el lado peruano se le denomina desierto costero, mientras que por el lado chileno se le llama desierto de Atacama; pero geográficamente es el desierto del Pacífico sur. Si uno revisa otros mapas, por ejemplo, los mapas geológicos, verá que hay vetas de cobre que se extienden -incluso- al otro lado del macizo sudamericano. Es lo que los geólogos llaman un cinturón de pórfidos de cobre. Hay un cinturón que "amarra" al Perú, Chile y Argentina. La geografía no entiende de fronteras nacionales ni políticas. Robert Kaplan, en un clásico libro sobre geopolítica, dijo que "la geografía informa", pero "los mapas condicionan". El Perú, Chile y ahora Argentina están "informados" por el cobre, el mineral de la nueva revolución tecnológica. Son "repúblicas del cobre", si cabe el término. Abro paréntesis: para Gabriela Mistral, el desierto es el "Abuelo Desierto", un ser "sustanciado" que define los contornos de la vida chilena. Cierro paréntesis.Aquí mismo, hace dos semanas, señalé que había una geopolítica de los minerales, sobre todo del cobre. Si uno mira el país y mira el entorno sudamericano, si uno hace una "anatomía de un instante", no puede dejar de observar los últimos pasos de Kast, el presidente electo de Chile, quien anunció una visita oficial al Perú para enero próximo.