Un sorpresivo agasajo tuvo lugar en el piso 9 de la sede central del Ministerio Público. Los asistentes a ese privado evento no podían creer que los protagonistas se abrazaran y trataran tan bien, cuando hace solo unos meses no podían ni mirarse. El homenajeado era el fiscal supremo Pablo Sánchez y quien se deshacía en elogios hacia él era el fiscal de la nación interino, Tomás Gálvez, su enemigo declarado, su némesis. Algo extraño estaba pasando.El encuentro consistió en develar un cuadro con la imagen de Sánchez en pintura para reconocer su mandato como fiscal de la nación. Ese retrato, que tiene un costo cercano a los S/6,000, se exhibirá junto al de otras exautoridades fiscales en la sala de sesiones de la Junta de Fiscales Supremos.De acuerdo con fuentes consultadas, Sánchez Velarde lucía muy emocionado mientras Gálvez pedía perdón por los ataques e improperios que en el pasado le lanzó, e incluso lo reconoció como su "maestro".(Edición domingo).