Por María Julia Aybar. Hace unos días fuimos convocados a Palacio de Gobierno para establecer una mesa de trabajo y proponer medidas que impulsen la exploración de hidrocarburos como un mecanismo necesario, con el fin de garantizar las reservas de nuestros recursos para el futuro y así reducir los precios de la energía. Me pareció una gran iniciativa, pues permitiría exponer ante quienes tienen la capacidad de decisión, las medidas que consideramos necesarias para repotenciar nuestro sector. El primer reto al que me enfrenté fue consolidar la lista de acciones o medidas esenciales, dado que no es posible asumir que todo lo que se necesita se va a poder hacer, más aún cuando se trata de un gobierno de transición y hay temas que no dependen únicamente del Ejecutivo, sino también del Congreso. El siguiente desafío, después de identificar los temas más relevantes, fue resumirlos de manera que pudieran presentarse con claridad y coherencia en pocos minutos. Sin embargo, el verdadero reto llegó en la mesa de trabajo: allí, cada uno puso sobre la mesa no solo los mismos puntos que había logrado sintetizar, sino también aquellos que había descartado y otros que ni siquiera había identificado. Como si fuera poco, en algunos casos la visión del problema y las posibles soluciones no eran uniformes, sino incluso contradictorias. Fue en ese momento que comprendí que no es una tarea fácil, sino todo lo contrario -y eso que en este caso solo estábamos viendo la problemática del sector hidrocarburos-.