Por Ronin 360.Hoy, el mundo se adentra en una nueva dinámica que redefine la demanda por minerales y abre un ciclo completamente distinto. En los últimos 25 años se han observado dos grandes ondas de precios: la primera, impulsada por el crecimiento chino entre 2000 y 2014, cuando su economía avanzaba a ritmos cercanos al 10% anual; y la segunda, la actual, detonada por el proceso global de transición energética y amplificada por el auge de la inteligencia artificial.Ambos fenómenos requieren volúmenes inéditos de minerales, especialmente cobre, para la fabricación masiva de autos eléctricos, paneles fotovoltaicos, turbinas eólicas, líneas de transmisión, centros de datos y sistemas electrónicos cada vez más sofisticados.Esta no es una especulación, sino una tendencia respaldada por evidencia. S&P Global estima que el consumo de cobre refinado podría duplicarse en los próximos diez años, manteniendo precios suficientemente altos como para sustentar un nuevo ciclo de inversiones. A la par, el FMI advierte que el consumo energético de los centros de datos ya es equivalente al de Francia o Alemania, y podría triplicarse de aquí al 2030, alcanzando el nivel de India, el tercer país más intensivo en demanda de energía.