Por Juan José Marthans, economista del PAD - Escuela de Dirección de la Universidad de Piura.Primero, en toda la historia de la humanidad, el oro ha sido considerado una alternativa de refugio de valor. A diferencia de cualquier activo financiero, no presenta riesgo de contraparte y su disponibilidad global es, por naturaleza, limitada. Goldman Sachs estima que su valor representa solo el 5% del total de activos financieros del mundo. De partida, cualquier pequeño traslado de capitales hacia el metal podría generar alzas inesperadas.Segundo, el precio del oro siempre tiende a destacar en contextos en los que el mundo atraviesa momentos de especial incertidumbre y crisis. Durante la crisis de los años 70, por ejemplo, el shock asociado a los precios del petróleo, la creciente inflación, la ruptura del sistema de Bretton Woods y la descomposición del frente fiscal norteamericano, llevaron a un incremento de su precio en más del 2,000%.Tercero, es claro que también el oro dispone de un componente cíclico, por lo que existen períodos donde su precio se corrige. En los años 80 y 90, por ejemplo, políticas de ajuste llevaron a incrementos de las tasas de interés reales, reducción de la inflación y venta de parte de las reservas de oro por parte de la banca central. Todo ello explicó que su cotización, en casi dos décadas, caiga a algo menos de la mitad.