La estabilidad y el respeto por las reglas de juego en un país son fundamentales para brindar confianza a los agentes económicos en el momento de tomar sus decisiones de gasto. En el ámbito fiscal, esta premisa cobra aún mayor importancia: la incertidumbre tributaria es uno de los mayores obstáculos para el funcionamiento de los negocios. Esta inseguridad puede tener diversas fuentes, unas de tipo más macroeconómicas, como cambios en la política fiscal de los gobiernos; y otras de carácter microeconómico. En esta área resalta la poca precisión del andamiaje legal y la consecuente interpretación caprichosa por parte de la administración tributaria. Y, sobre esto, se despliegan larguísimos procesos de litigiosidad que muchas veces derivan por caminos contrarios a toda lógica. El informe Business Ready del Banco Mundial (BM) considera la tributación como una de las áreas clave en la operación y expansión de las empresas. Esta área mide, a su vez, tres pilares: la calidad del marco normativo, los servicios que brindan las agencias tributarias y la eficiencia operativa del sistema tributario. Según el mismo informe, Perú ocupa el puesto 34 de 50 países analizados en el funcionamiento general del sistema tributario, es decir, en el tercio inferior, y por debajo de otros países de la región evaluados, como México (8), Colombia (18) y Paraguay (26).