Han pasado 24 días desde que el Ejecutivo de José Jerí decidió remover a Alejandro Narváez, el expresidente de Petroperú, por malos resultados, constantes incumplimientos de pago de la empresa que tuvieron que ser asumidos por el Tesoro y no haber implementado medidas para corregir su situación. Narváez llegó a la petrolera por designación de Dina Boluarte, pese a la oposición de los ministros de Energía y Minas, y de Economía de turno. Si bien la salida de Narváez representa una buena señal sobre la intención de poner un alto al despilfarro de la petrolera, no lo es la demora en encontrar un nuevo directorio que busque una solución ni tampoco que el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), bajo la conducción de la ministra Denisse Miralles, siga considerando que la empresa es un activo estratégico. "Un activo o sector es verdaderamente estratégico cuando su disfunción compromete la seguridad, la soberanía o la estabilidad esencial del país (…). ¿Cumple Petroperú con esos criterios? Difícilmente. No garantiza la seguridad energética ni cumple un rol insustituible en la cadena de abastecimiento", indicó el economista Felipe Morris en su columna de Perú21.