LA REFORMA ELECTORAL NO PUEDE POSTERGARSE
30 de enero de 2007

Es positivo que, en el armado de la agenda parlamentaria, voceros de diversos grupos políticos coincidan en dar prioridad a la reforma del sistema electoral, que demanda cambios constitucionales. Es precisamente ahora, cuando no hay comicios ad portas, que se debe abordar el tema con objetividad y sin sesgos, fuera de cualquier cálculo politiquero.Ya previamente, el Congreso, y en particular la Comisión de Constitución, dio señales importantes en tal sentido; por ejemplo, para aclarar que, en materia electoral, las resoluciones del JNE son irrevisables y dictadas en instancia final y definitiva. También para eliminar algunas multas y la restricción del voto a los militares y policías. Sin embargo, hay otros aspectos a la espera de un análisis igualmente ponderado y realista para proceder a la modificación respectiva. En cuanto a la estructura misma del sistema electoral, lo más adecuado parece ser mantener el rango y la autonomía de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) y del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec) para las funciones organizativas y operativas.Otros temas pendientes son la derogación del voto obligatorio, para afirmar los principios de libertad y responsabilidad civil, lo que debe ir acompañado de campañas cívicas para entender las reglas y los principios del sistema democrático. Luego tiene que tratarse la iniciativa de renovación por mitades del Congreso, que enfatiza el concepto de representación ciudadana y de responsabilidad de los elegidos. Asimismo, debería instaurarse la segunda vuelta municipal, precisamente para afirmar la legitimidad de estos comicios y evitar conflictos violentistas como los que hemos sufrido en tiempos recientes. Aparte de ello, hay otros asuntos cruciales que demandan la intervención del Congreso, entre los que debe tener prioridad la discusión del retorno a la bicameralidad, vinculado al rediseño del mapa electoral. La experiencia ha demostrado que el sistema unicameral es mucho menos eficiente y se extraña la presencia de una cámara reflexiva de representación nacional.