Por Raúl Benavides Ganoza, director de la Compañía de Minas Buenaventura.En el Perú existen miles de pasivos mineros históricos que representan un desafío ambiental y social. Sin embargo, no todos suponen un riesgo real, y muchos podrían transformarse en oportunidades económicas y de desarrollo. La clave está en aplicar una mirada pragmática y técnica que priorice la rehabilitación de los verdaderos focos de daño.Mucho se habla de los pasivos mineros, pero las soluciones propuestas no siempre son las mejores. El primer obstáculo es la definición misma de lo que entendemos por pasivo minero.Según la normativa vigente, se tiende a considerar cualquier excavación o hueco en la tierra como tal, sin distinguir entre los que causan daño ambiental o social y los que no.¿No deberíamos, acaso, concentrar el trabajo y la inversión en los primeros y dejar de lado los segundos?Rehabilitar los pasivos que realmente causan daño debe ser la prioridad. Muchos de ellos, además, pueden convertirse en oportunidades de negocio si se manejan correctamente.Por ejemplo, existen relaveras antiguas que hoy presentan problemas de estabilidad o generan aguas ácidas. Su retratamiento podría no solo resolver el impacto ambiental, sino también generar márgenes económicos atractivos.En el caso del oro, muchas minas operaron con precios de apenas US$30 por onza, mientras que hoy superan los US$4.000. Con ese escenario, revalorizar relaves antiguos sería un buen negocio.