NOS DEJA UN POZO
18 de octubre de 2025

Cuando Alejandro Narváez asumió la presidencia de Petro-Perú en noviembre del 2024, difícilmente se podría haber dicho que estaba recibiendo como encargo a una empresa modelo. Para ese momento, era evidente que la petrolera estatal ya enfrentaba enormes brechas financieras, operacionales y reputacionales. Narváez, sin embargo, lejos de poner a la compañía en una ruta de recuperación, continuó muchas de las malas prácticas que explican el pobre estado de la organización. En particular, destacaban su falta de sinceridad para comunicar la situación real de Petro-Perú -sin reconocer, por ejemplo, las deudas impagables, las necesidades de rescate o las unidades de producción paralizadas- y su total desinterés por implementar las mejoras de eficiencia a las que la empresa se había comprometido a cambio de los recurrentes salvatajes financieros, solventados con impuestos de todos los peruanos. (Edición domingo).