Por Jaime De Althaus. Analista político.Cuando José Jerí se negó a renunciar a la presidencia del Congreso para dar lugar a una figura de consenso que pudiera presidir el gobierno de transición, quizá ya estaba pensando en el tipo de liderazgo que quería imprimir: sin pompas, llano, en el terreno, en diálogo sencillo con la gente y el periodismo, yendo donde las papas queman. Ha revelado instinto político y sentido de la oportunidad. Su primer gesto fue dirigir una requisa en el penal Ancón I, que repitió dos días después en el penal de Lurigancho. Y casi su primera reunión fue con el fiscal de la Nación y la presidenta del Poder Judicial, algo que su antecesora no podía hacer. El mensaje era claro: voy a liderar la lucha contra la criminalidad empezando por establecer una coordinación entre los poderes, que era lo que no existía y que permitió el avance sin freno de la criminalidad. (Edición sábado).