Una de las primeras medidas anunciadas por el nuevo ministro del Interior, Vicente Tiburcio, es la reforma integral de la Policía para expectorar a los malos agentes, que en lugar de ayudar a enfrentar el crimen se convierten en sus cómplices. Esto debido al escaso rigor institucional y, cómo no, a los estipendios que "hoy más que nunca" ponen en juego las economías ilegales. "No hay espacio para policías corruptos. Vamos a pedir facultades (al Congreso), porque el régimen disciplinario es demasiado blando. El que esté al margen de la ley será expulsado", afirmó Tiburcio.Los hechos y las denuncias hacen que semejantes palabras suenen oportunas, pues este cáncer que corroe a la institución es de sobra conocido por la ciudadanía.