Por Omar Mariluz Laguna, director periodístico del diario Gestión.El Perú volvió a despertar con un déjà vu político. Otro presidente, otro juramento, otro intento de convencernos de que esta vez sí habrá estabilidad. Pero los mercados no se impresionan con ceremonias. Apenas el Congreso vacó a Dina Boluarte, el costo de asegurar la deuda peruana -termómetro que mide cuán nerviosos están los inversionistas- saltó de 69 a 74 puntos, su nivel más alto en dos meses. No es una catástrofe, pero sí una advertencia: la paciencia del capital extranjero también tiene fecha de caducidad.El CDS, indicador que solo se mueve cuando hay miedo, llevaba meses tranquilo. Pero bastó una vacancia más para recordarle al mundo que el Perú vive en modo crisis permanente. Desde el 2020, cinco presidentes han pasado por Palacio de Gobierno. Ninguno logró gobernar; apenas sobrevivieron. Los inversionistas lo saben: no hay cómo planificar un negocio cuando el horizonte político se mide en semanas y los presidentes duran menos que un ciclo académico.