La corrupción en las obras públicas en el Perú corroe los cimientos del desarrollo y el futuro del país, paraliza inversiones e incrementa exageradamente los costos de estas; destruye la esperanza de millones de peruanos que viven en situación de pobreza y de pobreza extrema que no pueden aspirar a servicios básicos de agua y desagüe, y condena a comunidades enteras al pasado y les niega el desarrollo ante la falta de carreteras y caminos que los conecte al país.Los hallazgos recientes de la Comisión Especial de Control Concurrente revelan una dimensión alarmante: más de S/ 63,150 millones en sobrecostos de inversiones de 18 regiones y S/ 43 mil millones en obras paralizadas en todo el país.Este fenómeno no solo representa un saqueo sistemático de los recursos públicos, sino también una traición a las esperanzas de millones de peruanos que aguardan hospitales, colegios, carreteras y servicios básicos que nunca llegan.