Por Angela Grossheim, directora ejecutiva de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE).El auge global de los minerales críticos y tierras raras ha transformado la agenda internacional. Diversas industrias como vehículos eléctricos, energías renovables y tecnologías de punta dependen de estos recursos, cuya producción está concentrada en pocos países y genera desafíos por diversificar las cadenas de suministro basados en la seguridad jurídica y respeto de compromisos internacionales. Mientras potencias como China, Estados Unidos y la Unión Europea forjan alianzas estratégicas, entre otros con países de la región, se incrementa la competencia por acceso a estas materias primas esenciales.El Perú, con su enorme potencial geológico, enfrenta un gran reto: cómo traducir las oportunidades minerales en desarrollo sostenible y bienestar. Esto exige acelerar la exploración y puesta en valor de proyectos mineros, además de asegurar un entorno de seguridad jurídica y estabilidad que ofrezca confianza a la inversión privada. Sin embargo, la falta de consensos claros sobre el rumbo del sector frena la competitividad nacional frente a países vecinos más ágiles en atraer capital y tecnología. Así, propuestas legislativas sin un entendimiento completo del sector minero (geología, ingeniería, infraestructura, mercados, etc.) ni un análisis técnico con una visión de largo plazo no contribuye a consolidar la actividad minera ni desarrollarla adecuadamente. A esta compleja coyuntura se suma la discusión en el Congreso sobre la formalización de la minería artesanal y pequeña minería. La informalidad no solo priva al Estado de recursos, sino que también expone a las comunidades a riesgos ambientales y sociales y afectaciones de derechos humanos. Formalizar la actividad minera en el país es vital para asegurar trazabilidad y sostenibilidad, así como para dotar de legitimidad a los actores del sector y fortalecer la posición peruana en negociaciones internacionales.