Por Martín Mejía, director general de Cálidda.En el Perú y en el mundo, depender de combustibles altamente contaminantes como el diésel o el carbón ha provocado un deterioro constante en la calidad del aire, con efectos directos en la población y altos costos para la salud pública. Estudios demuestran que el monóxido de carbono (CO), los óxidos de nitrógeno (NOx) y el dióxido de azufre (SO2), generados por dichos combustibles, están vinculados a un mayor riesgo de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, especialmente en niños y adultos mayores. Esta situación requiere de nuestra atención.Frente a esta situación, y considerando que el Perú cuenta con importantes reservas de gas natural, esta fuente de energía sigue siendo una alternativa estratégica para mejorar la calidad del aire y ayudar en la reducción de nuestra huella de carbono. ¿La razón? Su combustión genera menos contaminantes y gases de efecto invernadero en comparación con otros combustibles fósiles, lo que disminuye la exposición de la población a sustancias nocivas y, con ello, los costos asociados a la salud pública. Un estudio realizado por la consultora Libélula proyecta que, entre 2005 y 2030, el uso de gas natural en generación eléctrica, industria, comercio, transporte y en los hogares permitirá una reducción de 1,57 millones de toneladas de NOx, 1,24 millones de toneladas de SO2 y 0,11 millones de toneladas de material particulado fino. Además, nos permitirá reducir 101,70 millones de toneladas de CO2 eq., equivalente al carbono almacenado en más de 187 mil hectáreas de bosque de selva baja.