Editorial. La decisión del Gobierno de absorber el Consejo Nacional de Descentralización (CND) para convertirlo en una especie de secretaría dependiente de la Presidencia del Consejo de Ministros ha sido sorpresiva y también delicada tratándose de un asunto trascendental para el desarrollo nacional. No se puede perder de vista que el gran objetivo de descentralizar y acabar con el centralismo debe inscribirse dentro del marco de la reforma del Estado, que no ha sido aún abordada de modo integral por el Gobierno ni por el Congreso. Por lo mismo, es problemático que una decisión como la comentada se anuncie súbitamente, sin una explicación o justificación legal y sin coordinar con los gobiernos regionales y locales. Tomada la decisión, el Gobierno y la PCM deberán informar al país sobre los instrumentos de articulación y coordinación, capacitación de funcionarios regionales y locales, y las prerrogativas y recursos que se piensa transferir. Asimismo, insistimos en la urgencia de mantener ciertos controles en el gasto, precisamente para que no se repita lo que ahora se pretende evitar: la burocratización, la duplicación de funciones y el dispendio de recursos, lo que sería realmente injustificable, sobre todo cuando se trata de programas de apoyo social. Por lo demás, los cambios legislativos y constitucionales que demanda el tema de la reforma del Estado -- y la descentralización-- tienen que ser coordinados necesariamente con el Congreso.