Por Elena Conterno, especialista en políticas públicas.En los años ochenta, el Estado peruano tenía numerosas empresas públicas que generaban elevados déficits. Estos se financiaron mediante endeudamiento externo y créditos del BCR al Estado, lo que derivó en una crisis fiscal que desembocó en hiperinflación -hasta llegar a 7,000% en 1990-, acompañada de recesión y aumento de la pobreza.Cincuenta años después, lamentablemente enfrentamos nuevamente imprudencia fiscal. Y también persiste la apuesta por empresas públicas. Parece que no aprendimos.En cuanto a las empresas públicas, el caso más conocido y crítico es el de Petroperú, un verdadero barril sin fondo. Sobre la reestructuración que planea el MEF, David Tuesta, exministro de Economía, ha advertido que se trata de "la madre de todos los salvatajes", mientras que Carlos Paredes, expresidente de la petrolera estatal, ha señalado que se está aplicando un "salvataje con gotero", que solo prolonga el problema sin resolverlo.Y no es el único caso preocupante. Varias empresas públicas enfrentan problemas crónicos de gestión, pérdida de valor y dependencia de subsidios, además de brindar servicios deficientes a la ciudadanía. Sedapal y las EPS regionales son otro caso lamentable. Mantener empresas públicas deficitarias aumenta la carga fiscal y drena recursos que podrían destinarse a salud, educación y seguridad.