Por Martín Hidalgo, jefe de la Unidad de Investigación de El Comercio.Una disposición interna del Congreso acaba de encender las alertas sobre el manejo de su presidente, José Jerí, respecto de los dictámenes que entrarán al debate en el pleno. Si bien el mismo titular del Legislativo intentó aclarar su nueva facultad -en una entrevista con Milagros Leiva para El Comercio-, el tema abre las puertas a un debate mayor sobre lo que será el manejo de la agenda en este último año de la era unicameral.Más allá de la prerrogativa que Jerí pueda tener en la disposición de los dictámenes, el principal problema para la agenda es la infiltración que proviene de las comisiones ordinarias. Hasta el momento, Jerí ha realizado una división sectorizada para intentar contentar a todos: por un lado, una sesión "regional" en la que priman las normas declarativas; por otro lado, una sesión de los temas de fondo.El primer problema con esta división plenaria es la distracción que genera. Me explico: destinar tantas horas de trabajo a que los equipos se dediquen a revisar y tramitar proyectos declarativos implica que exista menor atención reflexiva para estudiar las iniciativas de fondo.Al no existir enfoque especializado y detenido sobre los temas de fondo, los equipos cuentan con menor tiempo para dilucidar los contrabandos que hay en los enredados artículos que los parlamentarios presentan. Es en este escenario que se propicia una mayor infiltración de agendas ajenas al desarrollo del país. Entiéndanse: los intereses de las economías ilegales, sobre todo las que han ganado varias batallas en el actual quinquenio.