Por Rafael Belaunde. La minería es una actividad extractiva de recursos no renovables que coincide, muchas veces, en el mismo ámbito geográfico y área de influencia (no directa) de muchos de nuestros sitios arqueológicos. Esta coincidencia ocurre, por lo general, en la sierra, donde decenas de lugares de enorme importancia arqueológica y potencial turístico yacen en el más absoluto abandono, olvidados en su valor histórico y desaprovechados en su potencial turístico ante la desidia de nuestras autoridades. El turismo es una "industria blanca", sin chimeneas, intensiva en mano de obra, de enorme efecto multiplicador que, a su vez, genera una importante captación de divisas. La minería, por otra parte, genera una enorme renta para el Estado peruano (S/18,383 millones el año pasado). Al 50% de esa renta se le conoce como canon y se asigna a las regiones mineras, distribuyéndose entre los diversos niveles de gobierno: regional, provincial, distrital, y universidad pública regional. Históricamente, la ejecución del "canon minero" ha sido cercana al 50%, mientras que el otro 50% de este no se gasta. Así las cosas, tenemos decenas de sitios arqueológicos de gran importancia histórica y enorme potencial turístico que no se han puesto en valor y, a la vez, en el mismo ámbito geográfico tenemos la minería, que genera una enorme renta, pero que desaparecerá una vez agotada la mina, de la cual se deja de gastar un porcentaje muy alto.