Mientras las asociaciones de mineros informales buscan ganar más ter reno, el Estado sigue sin una estrategia clara. El especialista en temas de minería Iván Arenas analiza el avance de estos grupos y los efectos de sus discursos.¿Qué lectura le deja la reciente marcha de mineros informales que acamparon durante días frente al Congreso?Hay varias interpretaciones. Primero, Máximo Franco Bequer (presidente de la Confemin Perú) finalmente no consiguió nada y eso debilita su legitimidad como actor. Segundo, eso no se hace sin recursos; hay mucho financiamiento [detrás]. Tercero, creo que han olvidado que representan a un mundo minero diverso. Las demandas no son las mismas en Atico que en Secocha, Puno o La Libertad. Al final, lo que han conseguido es un debilitamiento de la Confemin Perú, que se ha quedado con una plataforma muy reducida, político-electoral ideológica y sectorial en Pataz.¿Cuál es el rol del Congreso de la República en el avance de las demandas de los mineros informales?No se puede entender de forma unívoca. Hay sectores que están a favor, pero no para formalizarlos, sino para mantener el statu quo. Eso es dudoso.¿Cómo podrían influir los intereses de los mineros informales e ilegales en el próximo escenario electoral 2026?De hecho, ya influyen. Participarán con dinero y recursos, a través de lo que se conoce como "entrismo político": entrar en diferentes partidos y "contaminar" y tomar posiciones de poder. Creo que cada partido va a tener su minero informal en el 2026, no solo por votos, sino por recursos económicos. Ahora la representación es de manera indirecta, a través de congresistas que no saben mucho del sector. Pero buscarán representación directa: curules propias en el Senado o la Cámara de Diputados. Es un cambio cualitativo, distinto a lo que se ha visto. Y hay que evitarlo.