La noche del martes, una noticia inquietante ganó titulares en todo el mundo: un terremoto de magnitud 8,8 estremeció la península de Kamchatka, en el extremo oriental de Rusia, generando una alarma de tsunami que se extendió hasta lugares muy distantes en la cuenca del Océano Pacífico. En un principio, se pensó que no afectaría a nuestro país, pero luego la Dirección de Hidrografía y Navegación de la Marina de Guerra corrigió esa información y declaró una alerta de tsunami en el litoral peruano. Un terremoto ocurrido también en Kamchatka en 1952 causó un tsunami cuyas olas alcanzaron hasta nueve metros de altura al golpear las remotas playas de Hawái, por lo que resulta claro que no estábamos ante una circunstancia que debía tomarse a la ligera. Felizmente, esta vez en nuestro país no hubo tragedias que lamentar. Tomar precauciones es un imperativo que no podía ser ignorado.