En uno de los pasajes del extenso mensaje a la nación, la presidenta Boluarte se refirió brevemente a Petroperú, confirmando que las casi 100 páginas que llevó para leer al Congreso fueron escritas completamente de espaldas a la realidad.Por eso, afirmó que "se avizora un horizonte promisorio para la empresa". Sí, se refería a la petrolera cuyo déficit la acerca cada vez más a la quiebra, y lo dijo a pesar de que todo el Perú conoce la catastrófica situación económica en que Petroperú se encuentra, con pérdidas proyectadas para este año que alcanzan la ominosa cifra de 223 millones de dólares. En la práctica, una empresa zombi que continúa en marcha solo por lo que le permiten morder del erario nacional.La mandataria alegó, sin mostrar evidencias ni informes técnicos, que la compañía "ha recuperado participación de mercado con ventas equivalentes al 30% de la cuota nacional y ha empezado a exportar sus productos a Brasil, Ecuador y, muy pronto, a Bolivia". Omitiendo, al mismo tiempo, mencionar los costos de mantener una empresa que no genera ingresos suficientes para cubrir sus operaciones y menos honrar las deudas que arrastra.Peor aún: como ya se ha informado, el Gobierno, lejos de cerrarle el caño, sigue concediéndole salvatajes, como por ejemplo, el aplazamiento de los pagos de deudas hasta el 31 de diciembre de 2028, correspondientes al préstamo de 1,000 millones de dólares otorgado hace menos de un año a través de un decreto de urgencia que no pocos jurisletrados consideraron inconstitucional.Dinero -nunca está de más recordarlo- que proviene de las arcas del Estado; es decir, del bolsillo de los sufridos peruanos que pagamos nuestros impuestos, sea como individuos o como empresas.El sentir mayoritario de la ciudadanía se alinea en el sentido de que Petroperú, bajo una gestión pública tan mediocre y populista, tramposa en muchos sentidos, no podrá ser reflotada.