Por Diego Macera, director del Instituto Peruano de Economías (IPE).Todos somos muy especiales. Al menos eso es lo que cualquier madre cariñosa nos debió haber dicho cuando niños. El problema es que varios se lo creyeron. En los últimos años se percibe en el Perú una desvergüenza cada vez más obvia en la búsqueda de privilegios. Los principios de cancha pareja, reglas claras, predictibilidad y justicia son, en esta visión, para los inocentes, dogmáticos o teóricos. Aquí, en el mundo real, dicen, manda la ley del más fuerte, del que mejor se mueve, del que mejor presiona, y si se puede jalar toda el agua para mi molino, pues que los demás busquen otro río. Yo me lo merezco. Por supuesto, la búsqueda del beneficio propio no es negativa de por sí, ni es nueva. Todo lo contrario. La magia de la economía de mercado es que los incentivos para hacer más dinero están alineados con la posibilidad de resolver mejor las necesidades e intereses del resto. Y lo natural es que cada persona -sea estudiante, doctor, obrero o burócrata- vele por su propio interés. Es en ese proceso, a veces convulso y friccionado, que las sociedades prosperan. (Edición domingo).