Por Martha Meier M.Q. En pleno siglo XXI, el Perú vive una fiebre del oro sin Estado, sin ley, contaminante y peligrosa. Esa historia está en los libros porque no es nueva, ocurrió en otro siglo, en otra tierra y en otro idioma.El 24 de enero de 1848, en Coloma, a orillas del río American, en Alta California, cerca de la actual Sacramento, el carpintero James W. Marshall vio algo brillar en una acequia: era oro. Se trató de mantener el secreto, pero la noticia se propagó rápidamente. El hallazgo ocurrió pocos días antes de la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo (2 de febrero de 1848), que puso fin a la guerra entre México y Estados Unidos, e incorporó California y otros territorios a los Estados Unidos.Para 1849, decenas de miles de personas llegaron a California en busca de fortuna. Así comenzó la fiebre del oro. Visto desde hoy, fue una gran invasión de mineros ilegales. Cavaron, rasparon, quemaron, la embarraron.(Edición sábado).