Por Paola Villar, periodista.La semana pasada "The Economist" difundió un gráfico en sus redes sociales que ilustraba, de manera categórica, cómo las exportaciones de oro de distintos países de América Latina tenían como principal fuente de origen a la minería ilegal; una actividad que ha avanzado rampante en nuestro país, a vista y paciencia de las autoridades, mientras que las zonas donde estos delincuentes operan se ven asediadas por altos niveles de criminalidad y violencia. El Perú, por supuesto, no solo figuró en este gráfico junto a otros países como Brasil, Colombia, Bolivia, Ecuador y Venezuela: nuestro país, como tristemente se podría anticipar, lideró el ránking regional, con las exportaciones ilegales del metal precioso representando más de 40% del total de envíos realizados al cierre del 2023. Del Perú para el mundo. Según la última data del Instituto Peruano de Economía (IPE) -publicada en El Comercio en mayo-, las exportaciones de oro ilegal provenientes del Perú alcanzaron una cifra récord de US$7.415 millones en el 2024, posicionándose un 54% por encima de la cifra del 2023. Y para este 2025, la lamentable expectativa es que el valor de dichas exportaciones de fuente ilegal sume por lo menos US$12.000 millones, traduciéndose así en un incremento de 60% frente a las ganancias registradas el año anterior.