SOLUCIONANDO DISPUTAS
1 de junio de 2025

Por Raúl Benavides Ganoza, director de Compañía de Minas Buenaventura.Hace unos meses, participé en una reunión del Diálogo Minero, un espacio plural donde se discuten temas minero-sociales con altura y respeto. Uno de los temas tratados en esa reunión fue especialmente delicado: la relación -y tensión- entre la gran minería y la minería artesanal e informal. Una académica presente planteó una pregunta crucial: ¿cómo armonizar el conflicto entre los grandes proyectos mineros y las operaciones artesanales que trabajan en sus márgenes, muchas veces dentro de sus concesiones? La interrogante es válida. En regiones con historia minera, no es raro ver concesiones inactivas durante años, mientras cientos de pequeños mineros buscan subsistir sin acceso formal a yacimientos. El argumento de los artesanales es claro: si una empresa no explota su concesión, ¿por qué impedir que otros lo hagan? Pero la situación no es tan simple. La exploración minera es una carrera de largo aliento. Para hallar un gran yacimiento, se requieren extensas concesiones, estudios geológicos, análisis en campo, permisos y perforaciones. Desde que se identifica una zona con potencial hasta que se inaugura una mina pueden pasar fácilmente 15 o 20 años. Durante ese tiempo, la empresa necesita asegurar espacios no solo para la mina, sino también para relaveras, plantas, vías de acceso y canteras, incluso para potenciales extensiones futuras. No se trata de especular: se trata de planificar. (Edición domingo).