Por Víctor Fuentes, gerente de Políticas Públicas del IPE.Los peruanos solemos identificar la hiperinf lación de los ochenta como el momento más crítico de nuestra historia económica reciente. Pero pocos recuerdan su origen: un conjunto de medidas "innovadoras" disfrazadas de justicia social que rompían con toda lógica económica. Hoy la historia amenaza con repetirse. Desde el Congreso avanza una serie de cambios fiscales y tributarios que combinan populismo con irresponsabilidad.Estos cambios significan menos ingresos tributarios y más gasto público, bajo una institucionalidad fiscal cada vez más debilitada y perspectivas de crecimiento menos auspiciosas. En buen cristiano, sin un cambio de rumbo, el Perú se dirige hacia la insostenibilidad fiscal. ¿Cómo llegamos a esta situación? El Congreso aprueba beneficios tributarios y más gasto entre aplausos y abrazos. El Gobierno, en lugar de frenar esta fiesta, ha optado por unirse al baile. Por ejemplo, la recientemente aprobada recomposición de tasas del IGV le costará al país hasta S/10.000 mlls. por año, y el Ejecutivo, lejos de observarla, la respalda.No sorprende: hay mayor rédito político en repartir beneficios que en impulsar reformas necesarias pero impopulares.LareduccióndelIGVarestaurantesypeluquerías debería ser lo suficientemente ilustrativo. Aunque la medida se promocionó como apoyo a los pequeños negocios, más del 50% de estos no pagaban IGV por estar en el NRUS. La saga de beneficios tributarios parece recién empezar: exoneraciones sin criterio técnico, zonas económicas especiales que podrían convertirse en pequeños paraísos fiscales y devoluciones tributarias sin evaluar su efectividad. Todo esto en un país que apenas recauda el 14% del PBI y que muestra señales preocupantes de deterioro fiscal. ¿La solución? Más deuda o más impuestos. Y, como siempre, el costo lo pagaremos todos.