Por Gabriel Daly, gerente general de Confiep.Dina Boluarte ya tiene su propio capítulo trágico en la historia de la violencia contemporánea en el Perú. Así como Fernando Belaunde quedó marcado por la masacre de Sendero Luminoso en Lucanamarca; Alan García, por el ataque terrorista al puesto policial de Uchiza; y Alberto Fujimori, por la bomba en la calle Tarata; su gobierno será recordado por la matanza de Pataz.El 4 de mayo del 2025, el país despertó con una escena macabra: 13 trabajadores mineros fueron hallados asesinados en un socavón de Pataz, en los Andes de La Libertad, diez días después de haber sido secuestrados por sicarios vinculados a la minería ilegal. El crimen evocó los años más oscuros del terror sembrado por Sendero Luminoso y el MRTA. Las similitudes entre aquella época y el presente son tan reales como alarmantes. Persisten la violencia impune, la respuesta errática del Estado y la indiferencia de la clase política, mientras el país avanza a toda velocidad por un camino que ya recorrió. Si no se actúa con urgencia, el Perú corre el riesgo de revivir uno de los capítulos más oscuros de su historia.