En los recesos de su juicio, Pedro Castillo suele voltear hacia la zona donde están los lentes de la prensa y busca con la mirada a Aníbal Torres y Betssy Chávez, sus exministros y presuntos cómplices de su golpe de Estado. Quizás en un intento de alejarse de la nerviosa imagen que proyectó mientras leía su mensaje del 7 de diciembre del 2022, leyendo un papel con las manos temblorosas y la banda presidencial mal acomodada, el expresidente utiliza esos momentos para sonreír y hacer gestos celebratorios.Pero cuando las audiencias se reanudan, su gesto es serio, más parecido al rostro de autogol que tenía ese mismo 7 de diciembre mientras permanecía detenido en la sede de la Región Policial Lima, luego de ser detenido en su camino a la Embajada de México.Así transcurrió el primer mes del juicio, en el que Castillo escuchó a 37 testigos de la fiscalía que han descrito lo ocurrido antes, durante y después de su mensaje golpista. De ellos, según identificó El Comercio, al menos 11 han comprometido al expresidente o desbaratado sus argumentos de defensa.