The Economist.Es un momento fabuloso para ser un entusiasta inversionista de oro. No hace mucho, en conferencias sobre inversiones, definirse como tal hacía que otros se alejen. Su imagen popular era alguien que poseía su propio generador de electricidad, montones de tabletas purificadoras de agua y comida enlatada para varios años. Hoy, es visto como sagaz. Desde inicios del 2023, el precio del oro ha subido cerca de 60%, más que cualquiera de los índices de acciones líderes del mundo -incluido, tras un par se semanas turbulentas, el estadounidense S&P 500-.No obstante, la reivindicación más dulce va para los fans de otro metal precioso. Hasta los entusiastas del oro tienden a ver como excéntrico el ferviente interés en la plata. Para los corredores de bolsa, es el "oro del pobre" o "el metal del diablo". Durante años, esos apodos estuvieron justificados por opacos retornos y las alocadas variaciones de su cotización. Aún hoy, el metal del diablo no es para los débiles, pero en los últimos doce meses, casi se ha mantenido en línea con el oro, y lo ha sobrepasado durante los últimos cinco años. Ahora que los flujos de inversiones persiguen retornos, un activo que solía ser de nicho de mercado se está volviendo popular. La lógica señala que el precio de la plata debe moverse de manera similar que el del oro: también es un metal raro, bonito e inerte, y ha sido usado por milenios para joyería y monedas. Este rol como reserva de valor le otorga atractivo de "activo refugio" cuando los inversionistas se ponen nerviosos.