Por Ana Jara.A mediados del mes de enero pasado, se tuvo que interrumpir el suministro de gas proveniente de Camisea debido a las intensas lluvias desatadas, que afectaron el revestimiento del denominado "ducto de líquidos". Y aunque el suministro a los hogares siguiera normal, clientes industriales y plantas termoeléctricas sí se vieron afectados, debido a restricciones en el despacho de este importante combustible que transformó nuestra matriz energética desde que empezó a funcionar hace ya más de veinte años. El incidente, felizmente, no duró mucho y se pudo restablecer el normal funcionamiento de dicho ducto, aunque en los días que no funcionó dejó secuelas, como el hecho de que los costos de electricidad se dispararon seis veces sobre su precio normal.En esta semana, hubo un sismo fuerte cuyo epicentro fue ubicado frente a las costas de Chilca, el lugar donde están ubicadas casi todas las centrales térmicas de gas natural que abastecen al país. A Dios gracias, solo fue un susto. Sin embargo, no deja de preocupar el hecho de que un fenómeno como ese vuelva a presentarse y, si por desgracia se produjera un fuerte tsunami, dichas plantas podrían quedar fuera de servicio. A pesar de la reserva eléctrica que hoy tenemos, no sería suficiente para impedir que buena parte del territorio nacional quedara sin el vital suministro eléctrico.(Edición domingo).