Por Carlos E. Paredes, economista de Infelfín Estudios y Consultoría.Hace un mes, publiqué "Petroperú: una verdad incómoda". En dicho artículo expliqué por qué las proyecciones comerciales y financieras de la petrolera estatal están reñidas con la realidad productiva, comercial y financiera de la empresa. Plantear que no se va a requerir un nuevo rescate financiero no es realista. El caso es que los problemas siguen apareciendo y que las respuestas son aún más preocupantes. Ejemplos: la situación de la unidad de flexicoking (la más cara y fuente importante del margen de refino); la salida de Altamesa del Lote 192; y el oleoducto. Con respecto a la flexicoker, el gerente general de la empresa no ha explicado con claridad la situación real de esta. ¿Cuántos meses operó en el 2024 y, en lo que va del 2025, cuánto tiempo ha permanecido "en pausa"? ¿Cómo pueden pretender que creamos que resulta óptimo el que la refinería opere sin esta unidad?Por otro lado, el mes pasado, Altamesa Energy -la empresa operadora del Lote 192-, abandonó el Lote y se retiró del Perú. Frente al desenlace, el presidente de Petroperú declaró que parte de la responsabilidad recaía en mi persona, "por haber iniciado el proceso de selección de la empresa operadora en el 2019 con la asesoría de Bank of America". Increíble razonamiento, además de basarse en datos errados: el banco asesor fue contratado en el 2018, antes de que yo entre a Petroperú y el proceso de selección concluyó cerca de un año y medio después de que yo saliera. Al margen de la inusitada declaración, este episodio nos enseña que, por buscar maximizar su participación en el lote, Petroperú ahuyentó a potenciales mejores candidatos, se asoció con una empresa débil y, al final, terminó asumiendo sus pasivos. Moraleja: hay que maximizar valor a largo plazo y no tamaño a corto plazo.