Por Carlos Casas Tragodara, profesor de la Universidad del Pacífico.En la novela el Gatopardo de Giuseppe Tomasi existe una frase famosa -"si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie"- que resume las expectativas positivas que representan ciertos cambios, pero que a la vez también existe la habilidad de ciertos grupos de poder para adaptarse a las nuevas circunstancias, manteniendo la situación anterior. Eso ha ocurrido muchas veces en la historia tanto mundial como de nuestro país.La nueva administración en el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) ha generado expectativas en el sentido correcto entre los empresarios que son actores importantes para impulsar la economía. De hecho, internamente se han sustituido funcionarios en muchos de los puestos claves, lo cual es una renovación importante. Sin embargo, es una apuesta riesgosa debido a la curva de aprendizaje que implica subirse a un caballo tan chúcaro como puede ser el MEF que es, sin duda, el ministerio más importante en el país. De este depende brindar un entorno fiscal saludable que impulse el crecimiento económico, a través de herramientas como la inversión pública, el fomento de la inversión en infraestructura, un sistema tributario eficiente y la administración de los recursos fiscales.En este sentido el nuevo ministro ha prometido impulsar diversos mecanismos de articulación entre el sector público y privado que permitan remover obstáculos para la actividad económica. Esto es positivo porque la autoridad debe escuchar a todas las partes involucradas y, luego de una evaluación, tomar una decisión, pero todos deben ser escuchados. Muchas veces hemos visto que no se interactúa con el sector privado y ello es un gran error. Pero como siempre, debe encontrarse un equilibrio estable dentro de estas interacciones.