Durante los últimos años, los caviares han tomado el control del Estado con una única prioridad: engordar sus bolsillos y los de sus compinches, sin importar el desastre que han dejado en los sectores salud, educación y seguridad ciudadana.Con discursos de falsa moral y supuesta justicia social, han llenado la administración pública con aliados políticos, asegurándose sueldos exorbitantes y beneficios que pagan todos los peruanos con sus impuestos. Mientras tanto, los hospitales colapsan, los colegios se caen a pedazos y la inseguridad campea en las calles.Este grupo de burócratas privilegiados ha convertido el Estado en su caja chica, desviando recursos que deberían servir para mejorar los servicios básicos hacia el mantenimiento de su propio poder y su maquinaria de favores. Si bien el crecimiento de la planilla estatal debería implicar una mejora en la calidad de los servicios públicos, en la realidad peruana ha ocurrido lo contrario.