A pesar de la expresión general de confianza en su equipo que había dado Gustavo Adrianzén, titular de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), nadie en realidad se sorprendió demasiado cuando, horas después, llegó el anuncio de cambios en el Gabinete.Sin embargo, de las tres sustituciones realizadas, solo una se caía de madura, y otras quedaron pendientes. Julio Demartini, cabeza del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), era una figura que a estas alturas le restaba al Gabinete y a la imagen política de la presidenta Dina Boluarte mucho más de lo que le sumaba. Envuelto en el escándalo de Qali Warma -que involucra desde la intoxicación a escolares hasta el aparente homicidio de un proveedor-, su salida era previsible.Las salidas de Teresa Hernández, ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, y de José Arista, ministro de Economía y Finanzas, aunque menos obvias, son también entendibles. Arista, en particular, tuvo una gestión de claroscuros, con algo de énfasis en el oscuro.(Edición domingo).