Por Carlos Prieto Balbuena, gerente de Estudios Económicos del BCP.La economía rebotó poco más de 3% en el 2024, luego de la primera recesión en 25 años durante el 2023 (excluyendo la pandemia), y este 2025 el PBI nuevamente crecería en torno al 3%, de no haber grandes turbulencias externas o internas. Crecer en torno del 3% está por debajo de nuestro promedio histórico de los últimos 100 años, más cercano al 4% y muy lejos del casi 6.5% que creció el país durante parte de este siglo. Recordemos que el Perú entre el 2004 y el 2013 creció 6.4% en promedio por año, o 2.5 puntos porcentuales por encima del crecimiento del mundo y también de América Latina. En contraste, entre el 2017 y el 2024, el Perú creció apenas 1.9% en promedio por año o 1.2 puntos por debajo del mundo y 0.5 puntos menos que América Latina. ¿Por qué crecimos tan poco en los últimos casi 10 años?Degradación institucional.Sin duda, la inestabilidad política y la degradación institucional pasaron factura. Entre el 2017 y el 2024, el Perú tuvo seis presidentes, 17 presidentes del Consejo de Ministros, 12 ministros de Economía y Finanzas, 19 ministros de Energía y Minas, 14 ministros de Educación, 17 ministros de Salud, 23 ministros del Interior. ¿A alguien le queda la menor duda que esa enorme cantidad de cambios afecta la capacidad para implementar políticas públicas? Asimismo, un sistema de (in)justicia que no separa la paja del trigo impacta negativamente sobre la capacidad de atraer talento al Estado, lo que mella la capacidad para proveer buenas políticas públicas. Lamentablemente, el deterioro institucional también se reflejó en la pérdida de respeto a la tecnocracia, de lo contrario no se entiende siete retiros de fondos de las AFP y múltiples salvatajes a Petroperú.Ninguneo a la minería moderna como palanca de desarrollo. La falacia del escaso valor agregado y la maldición de los recursos naturales es la que prevalece, sin un análisis de países exitosos donde los recursos naturales juegan un rol muy importante en sus economías, como es el caso de Canadá, Australia, Nueva Zelandia, Noruega. Así, un gran error es no subirnos al tren del cobre, el metal de las nuevas tecnologías, incluyendo los data centers necesarios para la inteligencia artificial. Hay proyectos mineros que aún siguen esperando ver la luz y que implicarían inversiones por más de US$ 20 mil millones con un efecto multiplicador importante en proveedores locales y futuros ingresos fiscales a invertir en infraestructura, salud, educación e investigación.