¡EN DEFENSA DE LOS VOTOS, CAMARADAS!
23 de diciembre de 2004

Tremendo escándalo han armado los voceros de la izquierda peruana por la puesta en debate de la necesidad de flexibilizar las condiciones laborales de modo de hacer no sólo más extensiva la formalización del empleo, sino de hacer más competitiva la economía peruana.No hay ningún estudio empírico que avale la tesis de que mientras más "protegidos" se hallen los trabajadores en materia legal, mayor empleo se producirá. Por el contrario, todo demuestra que no es así.La informalidad es, sin duda, un nicho social de donde se pueden extraer miles de ejemplos de heroísmo personal y de arquetipos de superación empresarial, pero en términos globales es un problema, una enfermedad social que hay que resolver. Mientras más informalidad existe en un país, el Estado es más pobre, el PBI crece menos y no se produce ninguna redistribución sana (de arriba hacia abajo)."Cholos baratos", "esclavos chinos", gritan nuestros izquierdistas, quienes en el fondo sólo parecen defender su nicho electoral, que es el del mundo sindicalizado, el cual sí goza de todos los "beneficios" proteccionistas. Es apenas un 5 o un 10% de la Población Económicamente Activa, pero son votos camaradas.El Perú no es una jungla desprotegida en materia laboral, como se nos quiere hacer creer. Muy por el contrario, somos una de las naciones donde la legislación laboral genera mayores costos, no sólo por los eventuales privilegios que le otorga a los trabajadores, sino por las cargas tributarias que impone a las empresas contratantes, quienes, como es natural, lo piensan cinco veces antes de contratar a nadie o lo hacen de manera informal, dejando al obrero o al empleado en una situación -esa sí- de extrema precariedad.Una de las reformas pendientes en el Perú es la laboral. Y será necesaria una dura batalla para lograr que los intereses de la mayoría se impongan sobre los de una minoría muy organizada y politizada. Por lo pronto, pasa porque los encargados de llevarla a cabo no se dejen intimidar por la grita retardataria de los defensores de un statu quo que ha generado no sólo desempleo, sino un grado de subempleo humillante para quienes viven dentro de él, señala Juan Carlos Tafur, director del diario Correo.