Por Mario Saldaña, periodista.Uno de los dramas de nuestra precariedad política (Gobierno y Congreso atrincherados, aislados y con una bajísima legitimidad en pos de la sobrevivencia) es la incapacidad para afrontar con mínima solvencia la criminalidad desbordada y el neoterrorismo de la minería ilegal.Los asesinatos diarios por extorsiones se multiplican y los ataques con armas de largo alcance y explosivos a instalaciones, como las de la empresa minera Poderosa en Pataz, no se detienen.Una empresa petrolera del norte reporta saqueos y ataques constantes provenientes de bandas organizadas, no de delincuentes comunes.