El 2024 cerró con una inflación de 1.9% a nivel nacional (26 ciudades, incluida Lima Metropolitana) y de 1.97% en la capital. Este último dato es considerado el oficial para las cuentas nacionales. La tasa coincide con la del 2020 -el primer año de la pandemia-, volviendo así a ubicarse dentro del rango meta del BCR (entre 1% y 3%), luego del periodo 2021- 2023, marcado por distorsiones económicas y políticas externas e internas. La estabilización de los precios al consumidor es un factor clave para las familias, sobre todo las de bajos ingresos, pero aún no es la ideal para nuestro país.Es que existen riesgos que podrían tener un efecto inflacionario. Uno es el clima, que siempre está presente -sobre todo en verano-. Pero dado que la ineficiencia de los tres niveles de Gobierno para prevenir y mitigar los efectos de lluvias, huaicos e inundaciones también es omnipresente, la considerable escasez que provocan esos eventos naturales se traslada a la inflación. Otro riesgo, exacerbado por el régimen Castillo-boluarte, es el incesante aumento del gasto corriente, en particular en remuneraciones de servidores estatales.Y si ese gasto genera un déficit fiscal insostenible -porque los ingresos que obtiene el tesoro público no alcanzan y se tiene que recurrir al endeudamiento-, dicho desequilibrio tiene efectos inflacionarios. En suma, la inflación no ha dejado de ser una preocupación del BCR, y las expectativas inflacionarias de agentes económicos como empresas, bancos y analistas así lo confirman: 2.45% anualizadas a noviembre. Además, la inflación subyacente, que excluye precios volátiles como alimentos y energía, también sigue relativamente elevada (2.56% anualizado a noviembre).