"Los incrementos a la Remuneración Mínima Vital (RMV) han estado asociados a factores políticos, lo que ha resultado en un salario mínimo volátil y poco predecible". Así lo precisa un análisis del Instituto Peruano de Economía (IPE) publicado en agosto del año pasado. Y la data que sustenta esa conclusión es contundente: de los catorce aumentos de la RMV decretados entre el 2000 y el 2022, doce coincidieron con periodos electorales o de baja aprobación presidencial. Habrá que sumar a esta lista el alza decretada por la presidenta Dina Boluarte la semana pasada, pues su aprobación (3%) roza el margen de error de las encuestas y su Gobierno continúa a la deriva.A partir del 1 de enero, la RMV subirá de S/ 1,025 a S/ 1,130. Cabría preguntarse por qué se recurre a la RMV para captar simpatías populares si solo afecta a los trabajadores formales, que no llegan al 25% de la fuerza laboral del país. Lo que sucedería es que, en muchos casos, las empresas informales ofrecen a sus trabajadores un pago mensual que bordea la RMV, pero sin agregar los beneficios sociales del régimen laboral del sector privado, como gratificaciones, vacaciones o seguro médico -por ejemplo, la contribución mínima a Essalud equivale al 9% de la RMV-. Dichos costos sí son asumidos por las empresas formales, de modo que tendrán que pagar, por cada trabajador, un monto mayor a los S/ 105 mensuales adicionales de la RMV.