En la silenciosa madrugada del sábado, entre gallos y medianoche, el Congreso, libre de la constante vigilancia de la opinión pública, salvó al ministro de Desarrollo e Inclusión Social, Julio Demartini, de una censura que merecía a gritos. Así, cerró una de legislaturas más cuestionadas de su historia, que incluyó otros desatinos en esa jornada final. Así, se salvó a Demartini, se benefició a políticos o personas investigadas por corrupción, se extendió el servicio de taxis-colectivos y se crearon universidades públicas a diestra y siniestra. (Edición domingo)