En el día más trascendental para el país, la presidenta optó por el desaire histórico. Dina Boluarte se quedó en Lima y no asistió a la ceremonia del bicentenario de la Batalla de Ayacucho en la Pampa de la Quinua, allí, donde se consolidó la independencia; allí donde debió estar, según había prometido a los propios ayacuchanos. La jefa de Estado se quedó en Lima y desde el patio de Palacio de Gobierno encabezó una actividad paralela. Allí, sin periodistas que puedan incomodarla, sin peruanos que la incriminen, y junto a su fiel batallón de ministros, la mandataria se excusó de no estar presente en Ayacucho debido a las malas condiciones meteorológicas en la zona. "Los caprichos del clima nos impidieron trasladarnos hacia Ayacucho". Eso adujo la mandataria en un discurso más político que histórico como merecía la importante fecha. Sin embargo, videos enviados por ciudadanos que estaban en el aeropuerto Alfredo Mendívil de Huamanga confirmaban que el terminal operaba con normalidad y que no había inconvenientes en la salida y llegada de aviones. La credibilidad parece ser una batalla que la presidenta perdió hace tiempo.