"¿Qué hago yo aquí?", se pregunta desde hace largos meses el expresidente de Confiep, inmerso en una acusación absurda y sin pruebas de la Fiscalía por el caso Cocteles. El empresario cuenta esta odisea judicial que sigue viviendo en un libro que será presentado esta noche en la librería El Virrey, de Miraflores. En esta edición les presentamos un adelanto del capítulo El Juicio.Comienza el espectáculo.Pese a la solidez de los argumentos presentados por mi defensa durante los meses que duró la etapa intermedia, y sin que la Fiscalía hubiera presentado prueba alguna que sustentara las acusaciones, el juez Víctor Zúñiga Urday, en lo que a nuestro entender sería un flagrante abandono de sus funciones de juez garante del cumplimiento de la ley, decidió que, para probar mi inocencia, debía enfrentar un juicio absurdo en el que estamos procesadas cuarenta y tres personas, por pertenecer a una organización criminal, liderada por Keiko Fujimori, cuya labor era obtener fondos fraudulentos para luego inyectarlos como donaciones a las campañas presidenciales de los años 2011 y 2016. En este juicio, algunos son acusados de captar fondos, otros de «pitufearlos», es decir, de simular muchas microaportaciones para ocultar su verdadero origen, otros son acusados de lavado de activos, de obstrucción a la justicia, y varios delitos más. El denominador común de la gran mayoría de los imputados es que tuvieron vínculos o contactos con Keiko Fujimori o con miembros de su organización. Yo soy el único que jamás tuvo cercanía con el partido fujimorista.Además, los miembros o allegados al partido están siendo juzgados por acciones que se discuten si son delitos o no; yo, en cambio, no he cometido acto alguno que merezca ser evaluado como criminal. ¿Qué hago yo aquí? No paro de preguntármelo.