Por jorge Muñoz Wells.La frase "¡Ay!, y el cadáver siguió muriendo", de César Vallejo, resuena hoy en el contexto de Petroperú, la empresa estatal petrolera que enfrenta su mayor crisis financiera e institucional y que, más allá de un mes de búsqueda de directores responsables, no puede recomponerse y, al igual que el cadáver en el poema de Vallejo, Petroperú parece estar sumida en un proceso de lenta agonía, enfrentando enormes desafíos sin lograr levantarse completamente.Fundada en 1969, Petroperú ha sido una pieza sentimental ligada en un primer momento a conceptos de "dignidad nacional", como nos la pretendieron vender desde el régimen militar que la creó, y en algún momento clave en la economía peruana. Sin embargo, los últimos años han evidenciado serias dificultades con escándalos de corrupción, problemas en la gestión y un mercado internacional que muchas veces no ha jugado a favor.