La situación de hoy es sui generis. Hemos estado acostumbrados a ver protestas sociales, pero con tinte político y convocadas por fuerzas opositoras a los gobiernos de turno y sindicatos manejados por partidos de izquierda. En esta oportunidad es diferente, tal como ocurrió el jueves 26 de septiembre, día en que se movilizaron gremios de transportistas víctimas de la delincuencia organizada, a la cual el Ejecutivo no tiene cuándo imponer su autoridad para detenerla. Ese día, choferes, cobradores y comerciantes protestaron, una vez más, porque los están matando. Este paro no es político, es un reclamo por la inacción del Gobierno.El Ejecutivo quiere darle un tinte político, pero un gobierno que subsiste gracias a la alianza con los partidos políticos en el Congreso, no podría ser víctima de una asonada política.