Por José Ricardo Stok, profesor emérito del PAD.En los actuales contextos de globalización, apertura de mercados y libre competencia, los conceptos de empresa y pública parecen contradecirse. Distintos serían los casos de entidades promotoras, o de subsidio, cuya justificación y vigencia están precisamente en su objeto o propósito.Es simplista y equivocado sostener que todas las empresas públicas son malas, deficitarias o propensas a la corrupción. Hay muchas empresas bien gestionadas, con gerentes que realizan una magnífica labor: funcionarios públicos que quieren ser eficientes y se sobreponen con talento y valentía al cómodo "no se puede", al egoísta "no te metas", al temeroso "ojo con lo que firmas" o al insidioso "para qué complicarte la vida". Ciertamente, no la tienen tan fácil, porque requieren directorios capaces e independientes, que orienten y avalen la tarea de la administración. Según el portal del MEF, "el presupuesto público es un instrumento de gestión del Estado para el logro de resultados a favor de la población, a través de la prestación de servicios y logro de metas de cobertura con equidad, eficacia y eficiencia por las entidades públicas".Equidad es justicia, imparcialidad. Eficacia es la capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera. Eficiencia es la capacidad de lograr los resultados deseados con el mínimo posible de recursos.