¿DISOLVER, DISOLVER?
22 de diciembre de 2006

El rechazo del SUTEP a participar en la evaluación de profesores ha producido su desgaste indudable en la opinión pública y motivado al Gobierno y a otros sectores políticos a interpretar que ha llegado el momento de la gran confrontación con este sindicato. Su radicalización es evidente. A la negativa de participar en el examen previsto para el miércoles pasado, y la violencia que se produjo, se suma una actitud similar en relación con la prueba aplazada para el 8 de enero. La imagen del SUTEP debe andar por las patas de los caballos. Como respuesta, el Ministerio de Educación podría aplicar medidas que mellen la capacidad de acción del sindicato. La congresista Martha Hildebrandt ha ido más allá al sugerir que se debe 'disolver' al SUTEP. Agrega que propondrá la modificación de la ley del profesorado con el fin de permitir que cualquier profesional pueda ejercer la docencia. Esto último es una buena idea, aunque el ejemplo esgrimido no sea muy convincente, como aquel de que, con la legislación vigente, Mario Vargas Llosa no podría enseñar el curso de castellano. La verdad es que, con los sueldos de hambre que reciben los maestros, es imposible que podamos tener a nuestro candidato al Nobel de Literatura dictando clase sobre Chocano en el colegio Melitón Carvajal.Esto nos lleva al problema medular. Las condiciones ofrecidas por el Estado peruano para el desarrollo del maestro -remuneraciones, capacitación, incentivos, etc.- son lamentables. Tenemos los maestros que nos merecemos por la atención que la sociedad les ha dado desde hace décadas. La prueba es necesaria aunque está cantado lo que vamos a encontrar. Sin embargo, el SUTEP tampoco pone de su parte para atacar el problema de fondo. Un sindicato es una asociación de trabajadores constituida para la defensa de sus intereses profesionales, económicos o sociales. Por ello, su disolución sería una prepotencia. Pero el gremio de profesores debe entender que la promoción de sus intereses también incluye la mejora del servicio que ofrece. Si no lo hace, acabará autodisolviéndose, señala el director de Perú 21, Augusto Álvarez Rodrich.