Las calles de Lima se paralizaron el último jueves, pero la delincuencia continúa imparable. Horas después de que el Gobierno anunciara el estado de excepción para 14 distritos de Lima y Ventanilla (el Callao), en uno de ellos –Independencia– se quemaron 25 vehículos en una cochera. Según los transportistas, se trató de una presunta venganza porque decidieron acatar la huelga de hace dos días. Pero el transporte no es el único sector puesto en jaque por el crimen organizado y mal harían las autoridades en creerlo así. En realidad, es apenas uno más en una larga fila que va desde la minería hasta los comedores populares, y que afecta a grandes, medianos, pequeños y microempresarios. El crimen está afectando a todos por igual.