Por Iván Slocovich Pardo, director del diario Correo.Desde la noche del lunes, la empresas estatal Petroperú no cuenta con un directorio que la gobierne, pues sus miembros encabezados por Oliver Stark decidieron, con justa razón, renunciar al no contar con el respaldo político necesario como para tomar medidas decisivas destinadas a hacer frente a la descomunal crisis financiera que atraviesa la compañía que se ha convertido en un verdadero lastre para la economía y el bolsillo de todos los peruanos.Pero la petrolera no se encuentra a la deriva solo porque el directorio se fue tirando la puerta, sino porque queda claro que el gobierno de la presidenta Dina Boluarte no sabe qué hacer con ese elefante blanco que por décadas ha despilfarrado sus recursos a través manejos irresponsables contaminados de politiquería barata, corrupción y el pago de sueldos y beneficios a trabajadores que hasta ahora creen que laboran en la más boyante de las empresas privadas. Ayer la mandataria ha insistido en que Petroperú es una "empresa estratégica" que no será privatizada (obvio, quién va a meter plata en una compañía quebrada) y ha destacado la importancia de la Refinería de Talara, cuando es evidente que esta millonaria y absurda obra iniciada por el "revolucionario" Ollanta Humala con el apoyo de la izquierda, es la gran causante del hundimiento de la petrolera que solo podrá seguir viviendo si se le inyecta el dinero de las arcas públicas que hace falta en otros sectores.